Fuente de Villar de Olmos |
Tipo de ruta: Circular
Lugar de inicio: Villar de Olmos, Requena, La Plana Utiel-Requena, Valencia
Hora de inicio: 7 h 39 min
Duración: 4 h 10 min
Distancia: 13.71 Km
Dificultad: Media
Altura mínima: 530 m
Altura máxima: 989 m
Indice IBP: 43
Calificación (1-10): 8
Recorrido: Villar de Olmos – Fuente y lavadero – La Cañada – Fuente de la Cañada – Río Reatillo – Ermita de San Isidro – Fuente de la Ermita – Fuente y lavadero – Villar de Olmos.
Salimos de Algemesí con dirección a
Alginet, por la CV-525, justo antes de entrar en esta ultima
población tomaremos la A-7, Autovía del Mediterráneo, con
dirección a Valencia, una vez rebasado el establecimiento
penitenciario de Picasent continuaremos por la circunvalación con
dirección Madrid-Barcelona, por la A-7 hacia Sagunto, desde aquí
nos desviaremos por la A-3, Autovía del Este, con dirección a
Madrid, seguiremos por la A-3 y pasaremos las poblaciones de Cheste,
Chiva, y Siete Aguas, para al llegar a la altura de la población de
Requena y debemos salir de la autovía A-3 por la salida nº 289, con
dirección a Chera y Villar del Arzobispo. Nada más abandonar la
autovía encontramos una rotonda donde daremos tres cuartos de vuelta
ignorando la carretera que se dirige a Chera y tomando la CV-391, que
va hacia Villar de Olmos y Villar de Tejas. Esa carretera discurre,
en principio, entre bancales de viñas. Luego, el paisaje cambia
radicalmente y parece entrar en un rincón del Pirineo. Allí el
terreno se quiebra en profundos barrancos y encajonados valles, como
el protagonista de nuestra excursión. Al llegar a la pedanía, en el
kilómetro 14, encontramos una fuente a nuestra izquierda, y en la
siguiente curva aparcaremos nuestro vehículo para comenzar nuestra
ruta de hoy.
Descripción de la ruta:
Esta semana la ruta discurre por las
cercanías de Villar de Olmos.
Comenzamos nuestra ruta desde la aldea
de Villar de Olmos por la misma carretera que hemos llegado pasmos
junto a una fuente a nuestra derecha y junto a ella un antiguo
lavadero, seguimos adelante por la carretera. En la primer curva
veremos a nuestra derecha un camino de tierra que seguiremos, veremos
un poste bajo con señales de GR. Encontraremos una primera
bifurcación en donde nos desviaremos por nuestra derecha siguiendo
las señales blancas y rojas del GR. Poco después llegaremos al
cruce con una pista mas ancha en donde veremos un poste señalizador
del GR-7, en donde seguiremos por nuestra derecha con dirección a la
Cañada. Nada mas rebasar un deposito de agua descenderemos desde la
pista para atravesar la aldea y cruzar la carretera, llegaremos junto
a la pequeña Fuente de la Cañada situada en la misma carretera,
continuaremos nuestra marcha por la “Calle Carretera” por nuestra
izquierda, por detrás de la fuente, dejando las casas a la derecha.
A unos 280 metros y un centenar de metros antes de llegar a un campo
de futbol tomamos una senda a nuestra izquierda, que está al lado de
un ribazo de piedras y pasa junto a un poste metálico de luz.
Poco después llegaremos a una nueva bifurcación en donde continuaremos recto, y abandonamos el camino para desviarnos por una ancha senda que nace a la izquierda. Iremos desestimando algunos desvíos que entran a los bancales de viñas y almendros ubicados a los pies del modesto cerro Prado Royo, que se levanta a nuestra izquierda.
Abocamos al cruce con un camino forestal por donde seguiremos por nuestra izquierda. El entorno esta rodeado de enebros como sotobosque de una pinada y de bonitos ejemplares carrascas, verdeando el paisaje.
Seguimos en descenso. En este punto parece que el camino se pierde, pero unos metros antes de que esto ocurra descubriremos un senderillo a mano izquierda, por el que descendemos bajo la espesura de una bonita pinada, hasta llegar a unos abancalamientos de campos de cultivo, hoy definitivamente abandonados. Los cruzamos dirigiéndonos hacia el cauce del Barranco de Las Hoyuelas, que vemos frente a nosotros, por donde casi siempre discurre un pequeño reatillo de agua. Una vez en el cauce continuamos avanzando por él, aguas abajo, sin senda definida y sobre el firme cubierto de hierba, pronto cruzaremos al margen opuesto.
Llegamos a la confluencia del río Reatillo, normalmente seco por esta zona salvo lluvias muy recientes. Seguiremos caminando casi por el mismo cauce del río Reatillo. El cauce del río traza en este punto un meandro. Seguimos de frente, cerca del lecho que se cubre de vegetación arbustiva y sin senda definida, pero sin problemas de confusión. Enseguida encontramos un senderillo que nos facilita el avance. En este entorno las laderas ya comienzan a erguirse en agresiva inclinación, aunque todavía no se configure en un estado de cañón fluvial. Los pinos y las carrascas son los principales árboles que cubren el entorno, siendo los chopos los que dominan el cauce y las adelfas las que ocultan el lecho. Nuestro avance sigue por la margen que más nos convenga, según la vegetación nos facilite el paso. Siempre encontraremos el rastro de un senderillo para caminar sin ninguna dificultad. Más adelante, al inicio de un meandro, rebasamos un remanso.
Tras otro pronunciado meandro junto al paraje de Caracierzo donde prosperan unos chopos de gran envergadura, la senda comienza a tomar algo de altura por la margen derecha de la ribera del río. Aquí la senda está más definida.
Atención a este punto o pasaremos de largo. Debemos abandonar la senda, hay una marca de pintura que nos avisa, id atentos, para seguir a la izquierda durante unos metros, bajo las ramas de los pinos, hasta enlazar con otro senderillo que enseguida divisamos claramente y de buen trazado. Descendemos por él, entre la pinada.
Estamos de nuevo en el lecho del río. Seguimos avanzando
por un sendero que enseguida cruza a la otra margen. Más adelante
volvemos a vadear.
Rechazamos un desvío ascendente que remonta las lomas. Nuestra ruta sigue de frente por el vallecillo. Tenemos el lecho a unos diez metros a la izquierda rebosante de vegetación. Poco después lo vadeamos para seguir por la otra margen.
En este punto enlazamos con las marcas blancas y rojas del GR 7, encontraremos un poste y en donde seguiremos por nuestra izquierda. Las señales blancas y rojas nos van a servir de guía durante un kilómetro. Aquí se levantan unos riscos calizos y el río se retuerce en pronunciado meandro para sortearlos. La senda sigue a juego con el meandro. Atención a las marcas ya que si es época de lluvias, en este tramo suele haber un amplio remanso que hay que sortearlo arrimándose a la margen izquierda. Poco después otro remanso nos sale al paso, bajo las paredes del risco; se trata del Charco de las Anguilas. Aquí la senda se convierte en carril. Bonito paraje para caminar despacio. Más adelante vadeamos de nuevo la corriente. En ese punto suele haber agua permanente. También hay una hilera de piedras bien dispuestas para vadear, aunque a veces se quedan por debajo de la corriente. Ignoramos en ese punto un camino que asciende hacia Villar de Olmos. Volvemos a vadear otra vez.
En cuanto hemos concluido el último vadeo, abandonamos el camino y con ello las marcas del GR 7 que continúan por él. Nosotros giramos a la diestra, entrando a un carril descendente que avanza junto al lecho. Poco después queda reducido a senda, abriéndose paso entre la vegetación. A partir de este tramo por el lecho suele correr el agua formando remansos y pozas, aunque en época estival o muy seca, la exigua corriente se filtra por el subsuelo y deja retazos de cauce cuarteados o resecos. De cualquier forma los remansos que quedan embellecen y alegran la marcha. Nuestros pasos van siempre por la margen derecha aprovechando un mínimo sendero que a veces se confunde con el firme rocoso del cauce. Encontraremos un pequeño destrepe que se solventa con un sencillo salto. Más adelante buscaremos la ladera para sortear alguna poza. Luego la senda queda envuelta entre matorrales que en alguna ocasión puede cerrarnos el paso.
Llegamos a un paso que cruza por el centro de un remanso. La poza que tenemos a la diestra es, en realidad, un manantial que nunca se seca. Poco después rebasamos un remanso más amplio y allí abandonamos el cauce del río Reatillo para ascender por un empinado camino, dejando a nuestras espaldas el valle. El camino asciende sin tregua bordeando el cerro de la Cueva Sarnosa. No estará de más tomarse algún respiro, y volver la vista atrás para observar el panorama montaraz que se despliega cercando el valle de este humilde río, y de paso nos servirá para recuperar el aliento.
Legaremos al cruce con un camino Seguimos de frente para en cuatro metros, dejar el camino que llevamos y adentrarnos por un senderillo que atraviesa una amplia y herbosa vaguada. Por esta senda salimos de nuevo al mismo camino que dejamos unos metros atrás. Salimos justo en una curva muy cerrada. En esta curva continuamos por el sendero que continua en descenso por nuestra derecha.
En unos 30 metros llegamos a otra bifurcación en donde continuaremos ahora por nuestra izquierda. Pronto vemos, en lontananza, la aldea de Villar de Olmos.
Unos metros después del cruce citado desestimamos una trocha y después encontramos una bifurcación. Elegimos el ramal descendente. A la diestra desfila el profundo barranco Donera, afluente del Reatillo. Más adelante, tras vadear un arroyuelo, comienza un repecho que desemboca a un camino por donde seguimos de frente.
Llegamos junto a las primeras casas de la aldea. Seguimos
por el Camino de la Ermita, con firme de asfalto, en liviano ascenso,
pasamos junto a la Ermita de San Isidro y unos metro mas adelante
junto a una fuente, para unos metros mas adelante llegar al cruce con
la carretera, saldremos justo enfrente de la fuente y el lavadero,
seguiremos ahora por la carretera por nuestra derecha hasta llegar
hasta la primera curva en donde aparcamos nuestro coche y en donde
daremos por finalizada nuestra ruta de hoy.
Llegamos al final del recorrido en la aldea de Villar de Olmos, lugar deshabitado, como la aldea anterior de la Cañada, en donde sólo acude algún vecino a pasar el fin de semana.
Fuente de la Cañada |
Poco después llegaremos a una nueva bifurcación en donde continuaremos recto, y abandonamos el camino para desviarnos por una ancha senda que nace a la izquierda. Iremos desestimando algunos desvíos que entran a los bancales de viñas y almendros ubicados a los pies del modesto cerro Prado Royo, que se levanta a nuestra izquierda.
Abocamos al cruce con un camino forestal por donde seguiremos por nuestra izquierda. El entorno esta rodeado de enebros como sotobosque de una pinada y de bonitos ejemplares carrascas, verdeando el paisaje.
Seguimos en descenso. En este punto parece que el camino se pierde, pero unos metros antes de que esto ocurra descubriremos un senderillo a mano izquierda, por el que descendemos bajo la espesura de una bonita pinada, hasta llegar a unos abancalamientos de campos de cultivo, hoy definitivamente abandonados. Los cruzamos dirigiéndonos hacia el cauce del Barranco de Las Hoyuelas, que vemos frente a nosotros, por donde casi siempre discurre un pequeño reatillo de agua. Una vez en el cauce continuamos avanzando por él, aguas abajo, sin senda definida y sobre el firme cubierto de hierba, pronto cruzaremos al margen opuesto.
Llegamos a la confluencia del río Reatillo, normalmente seco por esta zona salvo lluvias muy recientes. Seguiremos caminando casi por el mismo cauce del río Reatillo. El cauce del río traza en este punto un meandro. Seguimos de frente, cerca del lecho que se cubre de vegetación arbustiva y sin senda definida, pero sin problemas de confusión. Enseguida encontramos un senderillo que nos facilita el avance. En este entorno las laderas ya comienzan a erguirse en agresiva inclinación, aunque todavía no se configure en un estado de cañón fluvial. Los pinos y las carrascas son los principales árboles que cubren el entorno, siendo los chopos los que dominan el cauce y las adelfas las que ocultan el lecho. Nuestro avance sigue por la margen que más nos convenga, según la vegetación nos facilite el paso. Siempre encontraremos el rastro de un senderillo para caminar sin ninguna dificultad. Más adelante, al inicio de un meandro, rebasamos un remanso.
Tras otro pronunciado meandro junto al paraje de Caracierzo donde prosperan unos chopos de gran envergadura, la senda comienza a tomar algo de altura por la margen derecha de la ribera del río. Aquí la senda está más definida.
Atención a este punto o pasaremos de largo. Debemos abandonar la senda, hay una marca de pintura que nos avisa, id atentos, para seguir a la izquierda durante unos metros, bajo las ramas de los pinos, hasta enlazar con otro senderillo que enseguida divisamos claramente y de buen trazado. Descendemos por él, entre la pinada.
Charco helado |
Rechazamos un desvío ascendente que remonta las lomas. Nuestra ruta sigue de frente por el vallecillo. Tenemos el lecho a unos diez metros a la izquierda rebosante de vegetación. Poco después lo vadeamos para seguir por la otra margen.
En este punto enlazamos con las marcas blancas y rojas del GR 7, encontraremos un poste y en donde seguiremos por nuestra izquierda. Las señales blancas y rojas nos van a servir de guía durante un kilómetro. Aquí se levantan unos riscos calizos y el río se retuerce en pronunciado meandro para sortearlos. La senda sigue a juego con el meandro. Atención a las marcas ya que si es época de lluvias, en este tramo suele haber un amplio remanso que hay que sortearlo arrimándose a la margen izquierda. Poco después otro remanso nos sale al paso, bajo las paredes del risco; se trata del Charco de las Anguilas. Aquí la senda se convierte en carril. Bonito paraje para caminar despacio. Más adelante vadeamos de nuevo la corriente. En ese punto suele haber agua permanente. También hay una hilera de piedras bien dispuestas para vadear, aunque a veces se quedan por debajo de la corriente. Ignoramos en ese punto un camino que asciende hacia Villar de Olmos. Volvemos a vadear otra vez.
En cuanto hemos concluido el último vadeo, abandonamos el camino y con ello las marcas del GR 7 que continúan por él. Nosotros giramos a la diestra, entrando a un carril descendente que avanza junto al lecho. Poco después queda reducido a senda, abriéndose paso entre la vegetación. A partir de este tramo por el lecho suele correr el agua formando remansos y pozas, aunque en época estival o muy seca, la exigua corriente se filtra por el subsuelo y deja retazos de cauce cuarteados o resecos. De cualquier forma los remansos que quedan embellecen y alegran la marcha. Nuestros pasos van siempre por la margen derecha aprovechando un mínimo sendero que a veces se confunde con el firme rocoso del cauce. Encontraremos un pequeño destrepe que se solventa con un sencillo salto. Más adelante buscaremos la ladera para sortear alguna poza. Luego la senda queda envuelta entre matorrales que en alguna ocasión puede cerrarnos el paso.
Llegamos a un paso que cruza por el centro de un remanso. La poza que tenemos a la diestra es, en realidad, un manantial que nunca se seca. Poco después rebasamos un remanso más amplio y allí abandonamos el cauce del río Reatillo para ascender por un empinado camino, dejando a nuestras espaldas el valle. El camino asciende sin tregua bordeando el cerro de la Cueva Sarnosa. No estará de más tomarse algún respiro, y volver la vista atrás para observar el panorama montaraz que se despliega cercando el valle de este humilde río, y de paso nos servirá para recuperar el aliento.
Legaremos al cruce con un camino Seguimos de frente para en cuatro metros, dejar el camino que llevamos y adentrarnos por un senderillo que atraviesa una amplia y herbosa vaguada. Por esta senda salimos de nuevo al mismo camino que dejamos unos metros atrás. Salimos justo en una curva muy cerrada. En esta curva continuamos por el sendero que continua en descenso por nuestra derecha.
En unos 30 metros llegamos a otra bifurcación en donde continuaremos ahora por nuestra izquierda. Pronto vemos, en lontananza, la aldea de Villar de Olmos.
Unos metros después del cruce citado desestimamos una trocha y después encontramos una bifurcación. Elegimos el ramal descendente. A la diestra desfila el profundo barranco Donera, afluente del Reatillo. Más adelante, tras vadear un arroyuelo, comienza un repecho que desemboca a un camino por donde seguimos de frente.
Ermita de San Isidro |
Llegamos al final del recorrido en la aldea de Villar de Olmos, lugar deshabitado, como la aldea anterior de la Cañada, en donde sólo acude algún vecino a pasar el fin de semana.
Gracias por la ayuda en la descripción
de la ruta a www.collacalderona.com
Hasta pronto.
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