martes, 16 de octubre de 2018

Villar del Arzobispo - Poblado Íbero de la Aceña

Poblado Íbero de la Aceña
Fecha: 14/10/18
Tipo de ruta: Circular
Lugar de inicio: Villar del Arzobispo, Los Serranos, Valencia.
Hora de inicio: 7 h 57 min
Duración: 5 h 0 min
Distancia: 17.72 Km
Dificultad: Media-Baja
Altura mínima: 367 m
Altura máxima: 550 m
Indice IBP: 46
Calificación (1-10): 7
Recorrido: Villar del Arzobispo – Termas romanas de Villa Salvo – Piedra molino Íbero-romano – Cruce CV-395 – Ruinas romanas - Canal principal Camp de Turia – Cruce CV-35 – Poblado Íbero de la Aceña – Aeródromo y refugio antiaéreo – El Palomar – CV-35 – Corral de Jacinto – Canal principal Camp de Turia – Necrópolis de Tapias – Ermita de San Vicente Ferrer – Villar del Arzobispo.
Datos Técnicos:

Cómo llegar:
Salimos de Algemesí con dirección a Alginet, por la CV-525, justo antes de entrar en esta ultima población tomaremos la A-7, Autovía del Mediterráneo, con dirección a Valencia, desviándonos con dirección Madrid-Barcelona, y una vez hayamos pasado la población de La Cañada, nos desviaremos a nuestra izquierda por la CV-35, Autovía de Ademuz, con dirección a San Antonio de Benagéber, después pasaremos las poblaciones de La Pobla de Vallbona, Lliria, Domeño y Casinos. Antes de llegar a la población de Losa del Obispo nos desviaremos por nuestra derecha por la CV- 395, poco después nos cruzaremos con la CV- 345, en donde nos desviaremos por nuestra izquierda, con dirección a Villar del Arzobispo, a la que llegaremos ahora sí, sin problemas. Al entrar en la población en la primera rotonda seguiremos por nuestra izquierda por la Ronda de San Juan de la Cruz, hasta llegar al cruce con la Ronda de La Baronía, desviándonos aquí a nuestra derecha hasta el cruce con la calle San Vicente continuando por la derecha hasta llegar al cruce a nuestra derecha con la estrecha calle del Padre Jesús Castellano que nos llevará a la Plaza de la Iglesia, pasaremos de largo la iglesia y a nuestra izquierda en la calle Benaduf será donde aparcaremos nuestro coche, para dar comienzo a nuestra ruta de hoy.

Descripción de la ruta:
Esta semana la ruta discurre por las cercanías de Villar del Arzobispo.
Este territorio ha estado poblado desde la Edad de Bronce y posteriormente por los íberos después, por los romanos a quien debe su nombre actual (El Villar = “conjunto de villas”), y también por los árabes, a quienes debe su primer nombre, Benaduf = ”el que toca el pandero”, derivado de la tribu bereber que aquí se asentó hasta la Edad Media, que tiene lugar la repoblación cristiana. Estas culturas nos han dejado un legado importantísimo de vestigios dignos de admirar y que podremos visitar en esta ruta.
De esta ruta de “La huella del hombre” hemos acortado su trazado original por motivos de tiempo, así que dejaremos de visitar tanto la encina centenaria, como un poco mas adelante el aljibe medieval, acortando algo el trazado.
Arrancamos a caminar desde la calle Benaduf, situada una vez pasados por delante de la iglesia a la izquierda, desde donde tendremos que girar a la derecha por una callecita con escalones muy estrecha de bajada que nos conduce hasta el cruce de las calles Solanas y de la Hoya. Seguiremos por la de más abajo, la calle de la Hoya, y giraremos hacia la derecha por la calle Vaquero. Cruzamos la Ronda de San Juan y nos encontramos con el cartel informativo de la ruta y un poste de señalización.
Unos metros mas adelante a nuestra izquierda nos encontraremos con las Termas romanas de Villa Salvo. Estas termas se encuadran en la parte urbana del conjunto de una villa romana perteneciente a una familia adinerada, fundada a finales del siglo I d.C y abandonada y expoliada en la segunda mitad del siglo III d.C. Solo se han excavado unos 100 metros cuadrados de los 10.000 que se supone que ocuparía el conjunto termal.
Los edificios termales romanos presentan una composición-tipo en la que interviene una serie de estancias de diferentes características y función, adaptadas a la alternancia de baños de agua fría y caliente, y al paso por estancias de temperatura tibia. En la superficie excavada en Villa Salvo se han identificado cuatro habitaciones intercomunicadas, la primera de estas salas es el frigidarium o sala de baño frío, que cuenta con una piscina de pequeñas dimensiones, esta da paso a otras dos salas, el tepidarium o sala de baño tibio y al caldarium o sala de baño caliente, en el que se encontraba una nueva piscina de agua caliente, aunque esta se conserva parcialmente. Del conjunto termal destaca especialmente el sistema de calefacción por hypocaustum usado para mantener calientes las estancias. Este se trata de un sistema basado en la circulación del aire caliente bajo el pavimento y entre las paredes, técnica que fue perfectamente descrita por Vitrubio. En este sistema el calor se origina en un hogar -praefurnium-, que solía localizarse en un sótano y contaba con una abertura en arco en la pared del hipocaustum por la que se introducían las cargas de combustible. El calor originado por el hogar se difundía a través del espacio hueco creado bajo el pavimento de la habitación -suspensura-, que estaba elevado sobre el nivel del suelo apoyándose sobre unas pilastrillas de ladrillos -pilae- distribuidas de manera regular, bien sobre un sistema de arcos o bien sobre una serie de muretes. Además para facilitar la circulación del aire caliente entre las paredes se usaban unas canalizaciones con piezas cerámicas huecas de forma prismática, que se insertaban las unas en las otras. Continuamos descendiendo por el barrio de Las Solanas (donde se sitúan los primeros asentamientos árabes), hasta adentrarnos en la Hoya, extenso semi-llano destinado al cultivo que, la Alta Edad Media, estuvo cubierto de agua en su punto mas bajo (conocido como La Laguna).
Caminamos por pista de tierra . Aquí encontramos los primeros acorralamientos realizados por los íberos, para el cultivo del olivo. Un lugar que posteriormente los romanos aprovecharon para instalar sus villas. Junto al camino podemos ver los restos de un molino de aceite íbero-romano, perteneciente a los siglos I-II d. c., una gran piedra de forma cilíndrica de 2 metros de diámetro por 1,8 metros de altura, con hendiduras donde se colocaban las piezas de madera. 
Piedra de molino Íbero-romano
Llegaremos a un cruce con una camino asfaltado, en donde continuaremos por nuestra izquierda y en unos metros encontraremos otro cruce continuando ahora por nuestra derecha por camino asfaltado. Los alrededores, conforme vamos descendiendo y hasta llegar a la CV-395, están sembrados de restos de estas villas romanas, generalmente aprovechados para construir las hormas de los bancales, donde todavía perviven olivos centenarios. Cruzaremos primero la carretera CV-395 para continuar por un camino asfaltado que bordea el pequeño Cerro Monte Olivé donde también se asentaron diversas villas romanas y continuaremos hasta llegar a cruzar el Canal Principal del Campo del Turia, canal que transporta aguas del río Turia desde el embalse de Benagéber hasta los términos de Losa del Obispo, Casinos, Llíria, Villar del Arzobispo, Marines, Olocau, Bétera y Pobla de Vallbona. Al cruzar el canal, veremos a nuestra derecha una gran balsa de riego y a nuestra izquierda el acueducto del canal sobre la rambla de la Aceña, e inmediatamente enlazamos con otro camino de tierra por el que giramos hacia nuestra derecha dirección a la carretera CV-35, paralelos a la rambla. A lo largo del trayecto que llevamos, los olivos han ido dando paso a campos de algarrobos, almendros y viñas.
Cruzamos la CV-35 por un paso por debajo de la carretera, y a continuación cruzamos la carretera CV-396, carretera de Bugarra, y en unos 100 metros encontramos el poblado íbero-romano de la Aceña.
El Poblado Ibérico de La Seña es el único Yacimiento Ibérico situado en llano, cuenta con dos niveles ibéricos superpuestos: el 1° La Seña 1 datado entre el 525 — 450/425 a.C (Ibérico Antiguo), situado a la entrada a nuestra izquierda, y el 2° entre el 425 — 150 a.C. (Ibérico Pleno), mas adelante también a nuestra izquierda. Ambos horizontes ocupan la misma superficie y están delimitados por el mismo recinto amurallado. Debieron tener un similar papel económico, es decir, la explotación agropecuaria de su entorno. A mediados del siglo I o V a.C. las estructuras mas antiguas (Seña 1) se abandonan. No hay aparentemente una destrucción violenta de las mismas por lo tanto la reestructuración urbanística hay que ponerla en relación con el cambio en el modelo de hábitat de la zona, claramente jerarquizado, donde la ciudad Edeta (Tossal de Sant Miquel) constituye la cúspide de un poblamiento disperso en torno suyo formado por Aldeas como La Seña, Caseríos más pequeños y Fortines para proteger y controlar el territorio. El objetivo es la explotación intensiva de los recursos agrícolas y ganaderos de toda la zona y su transformación, prueba de ello es el espacio identificado como almazara descubierto en La Seña, situado frente al segundo grupo.
Las estructuras visibles en la actualidad se corresponden en la Seña 1 con varios departamentos y en La Seña 2 con varias casas situadas a ambos lados de una calle central en una de ellas es donde apareció la almazara, también es visible un tramo considerable de muralla.
Se encuentra en un llano junto a la rambla de la Seña o de la Aceña. Se trata de un emplazamiento que ha estado dedicado a usos agrícolas desde tiempos muy remotos, como demuestra la existencia del yacimiento y el propio topónimo aceña, que deriva del árabe hispánico assánya y hace referencia a la probable existencia de una noria hidráulica en la zona.
El recinto amurallado ocupa unos 8000 metros cuadrados conserva su muralla perimetral, en muy buen estado a pesar de estar en una zona de uso tradicionalmente agrícola. Es una construcción de doble paramento de unos 80 centímetros de anchura en la que se apoyan las construcciones interiores. Se asienta directamente sobre el terreno natural y no se documenta trinchera de fundación ni preparación alguna de asiento. Está construida con mampuestos paralelepípedos trabados con tierra y colocados regularmente, manteniendo cada hilera horizontal.
Al igual que en otros poblados ibéricos, la muralla se compondría de un zócalo de piedras sobre el cual asentaría un alzado de adobes. La altura conservada (aproximadamente 1,10 metros) corresponde casi en su totalidad a ese zócalo. En la cara interna de su tramo noroeste, la muralla está compuesta por un lienzo de mampuestos de un metro de altura, dispuestos en doble paramento y en su cara interior se adosa otro lienzo, de 30 centímetros de anchura, formado por un basamento de piedra y un alzado de adobes. De la etapa del Ibérico Pleno (siglos IV a.C.-II a.C.) hay evidencias de una posible gran puerta de acceso, ya que en el extremo oriental del lienzo norte hay una zona donde se acumula gran cantidad de derrumbe (piedras de tamaño mediano y grande procedentes de la muralla) y un ángulo con grandes piedras que podrían haber pertenecido a un acceso del poblado. El recinto no presenta torres adosadas para su defensa, aunque la destrucción de un tramo para la construcción de la carretera CV-396 ha impedido la confirmación de esta característica.
El poblado fue fundado a finales del siglo VI a.C. y fue destruido a mediados del siglo II a.C.
Durante unos años, la transformación de los campos colindantes de secano a regadío y la ampliación de un camino rural afectaron muy negativamente al ya de por sí mal estado de conservación del yacimiento, especialmente de la muralla.
En 2006, con motivo de las obras de remodelación de la carretera CV-35 en el tramo Casinos (Valencia) - Losa del Obispo, se acordó delimitar y señalizar el yacimiento para evitar su deterioro.
Realizada la visita, salimos a la carretera y continuamos por nuestra derecha junto en unos metros encontraremos un poste indicativo en un camino que sale a nuestra derecha, camino de tierra con dirección hacia el aeródromo Casica Roger, y hacia la izquierda más adelante, veremos un desvío hacia una encina centenaria que no realizaremos, pero un poco más adelante si nos desviaremos a la izquierda por un camino junto a una casita con un techo de metal bastante alto para visitar el refugio antiaéreo y el aeródromo. Desde aquí, cruzaremos un primer pequeño barranco y nos encontraremos con una primera bifurcación, junto a un refugio propiedad de la Camara en donde continuaremos por nuestra izquierda. Cruzaremos 4 barrancos, del mismo tipo que el anterior, y en este sitio veremos un panel informativo del aeródromo, a nuestra izquierda por donde continuaremos hasta llegar a la entrada del refugio antiaéreo. Entramos en el mismo y descendemos un par de escaleras hasta llegar a la parte mas baja que continua con un par de escaleras de salida para llegar junto a los edificios de estas instalaciones.
Interior refugio antiaéreo
Daremos una vuelta visitando la Casica de Roger, antigua casa de verano de ricos hacendados y cuyos extensos campos de cultivo, fueron habilitados como aeródromo militar republicano en la Guerra Civil Española. El campo de aviación de Villar se ubicó en los terrenos de la Casica Roger (a unos 5 kilómetros del casco urbano y junto a la carretera Villar-Bugarra), sus obras comenzaron el 21 de diciembre de 1936 y posteriormente se construyó un refugio antiaéreo para este aeródromo y dos edificios, uno para taller de reparaciones y el otro para dormitorio de las tropas. Su construcción se explica por el hecho de encontrarse en la retaguardia del frente de guerra en las sierras de Andilla, este forma parte de un conjunto de aeródromos que configuran un medio arco de protección entorno a la ciudad de Valencia, que sirvieron como punto de partida de los aviones republicanos para bombardear las posiciones fascistas. Estos campos de aviación se situaron en municipios relativamente cercanos a dicho frente, a lo largo de las provincias de Cuenca, Teruel, Alicante, Castellón y Valencia. Fue la llamada Posición Yuste, en la 4ª Región Aérea Gubernamental. Aquí buscamos un buen lugar en donde poder detenernos para reponer fuerzas con nuestro habitual almuerzo.
Una vez terminado el almuerzo continuaremos con el itinerario regresando por el mismo camino hasta llegar junto al panel informativo del aeródromo, en donde la ruta original continua por nuestra izquierda con dirección a un Aljibe Medieval, pero nosotros pasaremos de largo continuando por este camino recto, paralelos al barranco.
Llegaremos a cruzar la carretera CV-395 donde seguiremos recto hasta llegar al siguiente cruce con un camino junto a un árbol bastante grande, en donde continuaremos por nuestra derecha cruzando el pequeño barranco por el camino de nuestra derecha.
Durante el recorrido podremos observar la magnifica situación estratégica de la población, ubicado en un altozano que domina el llano por donde hemos hecho el recorrido, y donde se sitúa la torre del campanario de la iglesia como punto vigía de las vías de comunicación históricas, atalaya desde donde se divisa todo el territorio de la Baronía. La panorámica que ofrece esta cara del pueblo pertenece a las primeras edificaciones que se construyeron alrededor de la iglesia, aprovechando la orientación sur, motivo por el cual este barrio se llama de Las Solanas, primitivo enclave de los corrales de Benaduf.
Poco antes de llegar a la CV-35 nos detenemos, a nuestra derecha, en una curiosa construcción elevada, de planta hexagonal, destinada a palomar industrial, del siglo pasado. Es un edificio que veníamos observando desde bastante atrás ya que su altura destaca en el llano paisaje villarenco. 
El Palomar
Ahora toca cruzar la carretera para seguir por el camino que hay justo enfrente, pero para ello debemos desviarnos hacia la izquierda por la vía de servicio y cruzar por el paso elevado. Una vez salvado este obstáculo continuamos por el camino de nuestra derecha paralelos al vallado de la CV-35, para al llegar a la altura del palomar continuar por el camino de nuestra izquierda y en unos metros nos encontraremos con el Corral de Jacinto, construcción típica agraria realizada de piedra. Regresamos al camino y continuamos por nuestra derecha.
Desde este eje central del recorrido se observan los puntos donde se ubicaron castellares de la Edad de Bronce y de los íberos, en los cerros circundantes, Castellar, La Atalayuela, Borreguero, San Roque, Las Cabras... Después se asentaron en el llano, íberos, romanos, árabes y cristianos, transformando las tierras, aterrazandolas y construyendo infraestructuras de canalización para repartir el agua desde el Balsón y llevarla hasta los campos de cultivo, actividades humanas que han ido dejando su huella marcada en el paisaje.
A poca distancia más adelante alcanzamos de nuevo el Canal Principal del Campo del Turia, pero antes de rebasarlo giraremos a la derecha, y lo cruzaremos por el siguiente paso que nos encontramos continuando recto. En el tramo que nos queda echamos en falta las marcas en algunos cruces clave de la ruta. Llegamos a un camino asfaltado por el que caminamos unos metros por nuestra izquierda hacia Villar e inmediatamente nos desviamos a la derecha, por un camino de tierra, entre olivos.
Por este camino llegaremos a otro asfaltado, el camino del Cerro Gordo, por el que giraremos hacia la izquierda y nos acercaremos a la población, dejando a nuestra derecha el barranco de San Vicente.
Hace solo unos instantes que ha comenzado a lloviznar, pero comienza pronto a caer la lluvia, y aceleramos el paso.
Justo antes de llegar al cruce con la carretera CV-347 nos encontraremos a nuestra derecha con la Necrópolis de Tapias. La necrópolis, que recibe el nombre de Tapias por ser esta la denominación de la partida en la que se encuentra, fue descubierta en 2005 durante las obras que se estaban realizando de apertura y canalización de un gaseoducto. Esta necrópolis ha sido datada en época musulmana por las características y el rito que se ha documentado, además se ha recuperado un moneda (que podría ser una fracción de dinar) que nos sitúa en el periodo de los Reinos de Taifas, si bien la población local, que conocía la existencia de enterramientos en la zona, la relacionaban con la Guerra Civil. Los trabajos arqueológicos de urgencia se realizaron en dos sectores divididos por el paso de la carretera (Sector A en el margen occidental y Sector B en el margen oriental). La construcción de un pozo en el Sector B dañó un total de 7 sepulturas, ya que los restos óseos no fueron detectados a causa del sedimento y su estado de conservación, mientras que en el Sector A se dañó un único esqueleto y se localizó una sepultura con cubierta de losas en perfectas condiciones. Estos descubrimientos motivaron la realización de una excavación arqueológica en el resto del tramo al que afectaban las obras. En el Sector A se han localizado un total de 11 sepulturas de las que se han excavado 9, de estas 6 se corresponden con inhumaciones de individuos adultos e incluso maduros, mientras que 3 son sepulturas destinadas a enterramientos de individuos en dad infantil, de las que 2 no conservaban los esqueletos. En el sector B son 7 las tumbas localizadas, de las que se han excavado 6, sin embargo no se puede proporcionar más información debido a que estas inhumaciones fueron alteradas por las obras de construcción del foso al ser seccionados los esqueletos. El rito usado en estos enterramiento es el de inhumación en fosa simple excavada directamente en el terreno natural, de planta más o menos ovalada y sección en U. En estas se deposita el cadáver sin ningún tipo de ajuar en posición "decúbito lateral derecho" y con el rostro mirando al E-SE, finalmente se cubre la sepultura con una serie de losas. Del total de las 18 sepulturas documentas solo 12 de ellas han conservado la cubierta, esta se caracteriza por presentar una primera capa de losas o lajas de caliza, y en algún caso de arenisca, acopladas unas junto a otras y depositadas directamente sobre los bordes de la fosa, esta parece completarse con una segunda capa que se coloca sobre las juntas de la primera capa, mientras que otras veces se usan pequeñas piedras para tapar estos agujeros. En concreto es interesante una de las sepulturas del Sector A, ya que sobre su cabecera se localizó una pequeña acumulación de piedras, lo que se ha interpretado con la posibilidad de que estos enterramientos estuvieran señalizados con pequeños túmulos.
Debido a la lluvia que ha comenzado a intensificarse no nos hemos detenido en este lugar y continuamos con nuestro recorrido.
Cruzamos la carretera CV-347 y nos encontramos el abrevadero de la Fuente de San Vicente, punto donde se podía abastecer de agua el ganado que transitaba por la vía pecuaria denominada Cordel de Segorbe o de los Clérigos, vestigio de lo que antaño fue la actividad ganadera. Continuamos recto por el camino de San Vicente y al comenzar la curva, hacia la derecha, nos encontramos a nuestra izquierda con la ermita de San Vicente. Hasta hace poco aislada en descampado, hoy está prácticamente rodeada de edificaciones modernas, incluyendo un polideportivo y una zona de recreo para niños.
Fue construida en el siglo XVII (en su portada está grabado el año 1625) y su estado de conservación es bueno.
Es un edificio de mampostería totalmente blanqueado de mediano tamaño, exento y rectangular, con refuerzos de contrafuertes y con tejado a doble vertiente que se prolonga en el lateral izquierdo para cubrir la vivienda del ermitaño al que está adosado. La fachada remata en frontón curvilíneo con espadaña a la que un cuerpo posterior la convierte en un pequeño campanario. Posee un porche de entrada, con cuatro cuatro huecos enrejados de arco rebajado, siendo el central de la fachada el único accesible. Sobre esta entrada hay un zócalo con una fecha ilegible en que se renovó la ermita y un retablo cerámico con la clásica imagen del santo valenciano. El techo del atrio está envigado, y la puerta de madera se enmarca en arco de medio punto con dovelas en cuya clave se lee la fecha de 1625.
En el interior destaca el coro alto a los pies, las cruces del Vía Crucis en las paredes y la pequeña imagen de San Vicente, conservada en una hornacina gótica.
Según la tradición, la ermita se levanta en el lugar desde donde predicó el santo y obró el siguiente milagro: el pueblo pasaba por una prolongada sequía y San Vicente, atendiendo a los ruegos de los vecinos, preguntó a los que le escuchaban si preferían río o fuente; como contestaran que fuente, desde entonces brotó una en ese mismo sitio, sobre la que se levantaría el altar. Dicha fuente se encuentra hoy cegada.
La imagen grande del santo se conserva en la parroquia, y todos los años es trasladada a la ermita en procesión durante sus fiestas.
Ya solo nos queda seguir por la rectilínea, pero empinada, calle de San Vicente hasta girar a nuestra derecha para con bastante rapidez llegar hasta la calle Benaduf, en donde daremos por finalizada nuestra ruta de hoy, pues la lluvia nos ha sorprendido en este último tramo de la ruta.
Gracias por la ayuda en la descripción de la ruta a www.villardelarzobispo.es, suelasdesgastadas.blogspot.com
Hasta pronto.


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